viernes, mayo 22, 2009

Elvis, la construcción del mito / Elvis, la destrucción del hombre, Peter Guralnick

Trad. Alberto Manzano. Global Rhythm, Barcelona, 2008. 575 pp / 847 pp. 49.5 € / 49,5 €

Manuel Vilas

En mi opinión, no creo que haya un mito más grande y más fascinante en el mundo de la cultura de masas de la segunda mitad del siglo XX que el mito de Elvis Presley. Reconozco que no puedo ser imparcial a la hora de hablar de Elvis Presley, que me puede el mito, pues Elvis es para mí una de las creaciones humanas más hermosas y más definitivas. Mi fascinación por Elvis es total. Por eso, estos dos volúmenes de carácter biográfico de Peter Guralnick, que ha traducido impecablemente Alberto Manzano para la editorial Global Rhythm, son una auténtica biblia para cualquier apasionado del fenómeno Elvis Presley. El fenómeno Elvis es más complejo de lo que pudiera parecer a primera vista, y tiene distintos niveles de conocimiento. Guralnick sabe perfectamente que hablar de Elvis en profundidad es hablar de los sueños colectivos de millones de fans que dieron a Elvis una identidad que oscila entre lo irracional, lo político, lo libidinoso, y lo sacrificial. Guralnick sabe que la historia de Elvis Presley es la historia de una destrucción, de un sacrificio, de una distorsión moral. Pero más allá de las interpretaciones, que en el caso de Elvis son imprescindibles, los dos tomos de Guralnick están escritos con un rigor aplastante. Decir que estamos ante la biografía definitiva de Elvis puede ser ya un tópico, pero desde luego me parece muy cierto que tardará bastante en aparecer una biografía que supere la meticulosidad de ésta.
Encontrará el lector en estos dos tomos una reconstrucción llena de detalles de la vida de Elvis, de sus orígenes familiares, de sus primeros estudios, de su vida privada, del mundo en el que se movió durante su juventud, del advenimiento a los círculos infernales de la fama, de los conciertos, de las giras, del dinero, de las discográficas, del cine, de los mánagers, de los músicos, de las drogas, de las amantes, de los amigos, y de la política. Los dos tomos, titulados Último tren a Menphis y Amores que matan, siguen la cronología de la vida de Elvis, desde enero de 1935, con que se inicia el primer volumen, hasta el verano de 1977, cierre del segundo volumen. Quizá uno de los capítulos más escalofriantes es el dedicado a la autopsia de Elvis Presley. Esa autopsia tiene un valor simbólico que casi no alcanzo a vislumbrar. La mitología elvisiana tiene en estos dos tomos la cartografía imprescindible para alcanzar el corazón de ese hombre, o de esa voz, que es un resumen de lo que como raza hemos sabido idolatrar, conducir a los altares de la histeria y de la pasión. Quizá la histeria que acompañó la vida de Elvis sea la gran creación psicosocial del siglo XX. El estremecimiento orgiástico, liberador, compulsivo, erotizante de las masas ante una voz sigue siendo un misterio, probablemente un misterio de origen político, que tiene que ver con la democracia y con el capitalismo emocional

1 comentario:

Gonzalo Muro dijo...

Suelo leer de vez en cuando libros sobre grupos o solistas, tanto por mis aficiones musicales, como porque reconozco que su lectura suele ser tremendamente atractiva.

De una parte, la materia sobre la que versan es, como muy bien señalas en el caso de Elvis, el resultado de los sueños e imágenes de muchas personas. Ese aire mítico y glorioso inevitablemente tiene su lado oscuro, su reverso perverso. No suele haber en estos libros buenos o malos; como en la vida misma, las apariencias engañan y es dificil diseccionar el mito de la realidad.

Por otro lado, son libros que se devoran (ser un apasionado de esa música también ayuda). Sus historias suelen ser muy parejas: jóvenes que persiguen una ilusión desde lo más bajo (o mo muy alto) de la escala social, hasta lograr el reconocimiento artístico de las masas (o de minorías selectas y apasionadas), auge y destrucción, sexo, dinero, traiciones.

En fin, pudiendo leer estos libros, ¿por qué sigue teniendo lectores El Código Da Vinci?

Para terminar, he visto varias veces los dos tomos pero cierto miedo a la hagiografía me retuvo. Con tu reseña, no tendré dudas la próxima ocasión.

Un saludo.